jueves, 28 de noviembre de 2013

La dieta paleolítica, ¿es baja en hidratos de carbono? Lo que dicen los autores


Esta entrada es una continuación de otra anterior, publicada el lunes.

Distintos autores dan distintas recomendaciones acerca del consumo de carbohidratos en la dieta así que me gustaría hablar de algunos de ellos.


Antes de empezar, quisiera recordar al Dr. Atkins, ya fallecido. Aunque no está directamente relacionado con el mundo paleo, su famosa dieta sirvió para ver que la reducción de carbohidratos no tiene por qué estar reñida con una vida saludable. No es esto una defensa de la dieta Atkins ni tampoco comparar a los carbohidratos con el demonio, como algunas modas apuntan. Es más bien un recordatorio de que este nutriente es más versátil de lo que consideraríamos y podemos hacer números para lograr nuestros objetivos o simplemente un equilibrio.


Pasemos, pues, a revisar lo que distintos escritores de la esfera paleo nos recomiendan sobre los carbohidratos.


Loren Cordain
El que podemos considerar como uno de los padres de la paleodieta, recomienda en La Dieta Paleolítica entre el 22 y el 40% de carbohidratos sobre las calorías totales. En una dieta de 2000kCal (recomendación media para una mujer) se quedaría entre los 110 y los 200 gramos diarios, mientras que para 2500kCal (para el caso medio de un hombre adulto) el rango sería de 137 a 250. En el libro co-escrito con Joe Friel, Paleodieta Para Deportistas, las recomendaciones se basan también en el tipo de ejercicio y qué comer antes, durante o después. Desglosarlo sería hacer un resumen del libro así que directamente te lo recomiendo si tienes interés en ello.
Aquí tienes "La Dieta Paleolítica", por Loren Cordain.

Mark Sisson

Ya lo hemos comentado anteriormente. Mark sugiere una "curva de carbohidratos" que se resume así:
-De 0 a 50g al día: se da en una dieta cetogénica o un día de ayuno intermitente. No lo recomienda como algo duradero debido a que restringe el consumo de alimentos de origen vegetal.
-De 50 a 100g al día: permite una pérdida de peso bastante rápida con un límite razonable de fruta y verdura.
-De 100 a 150g al día: es la zona de mantenimiento en la que se pueden comer bastantes alimentos vegetales y la recomienda para aquellos que están en su peso ideal.
-De 150 a 300g al día: subida de peso constante. Lo dice así de claro.
-Más de 300g al día: se sitúa en lo que consume un americano medio. Es una zona peligrosa no solamente porque promueva la ganancia de peso, sino porque puede llevar a varias enfermedades y desregulaciones metabólicas.
Mark también nos dice que en caso de practicar deportes de alta intensidad consumamos unos 200g extra en los días que entrenemos.
El libro de Mark Sisson no está aún español pero puedes encontrarlo en versión original.

Diane Sanfilippo
En Practical Paleo, Diane recomienda una serie de tramos para el consumo de carbohidratos:
-De 0 a 30g al día: para aquellas personas que por algún motivo busquen seguir una dieta cetogénica.
-De 30 a 75g al día: lo recomienda para la mayoría de la gente que esté sana y no tenga mucha actividad física.
-De 75 a 150g al día: también lo considera un margen razonable para la mayoría de la gente y lo recomienda para quien haga entre 20 y 60 minutos de ejercicio diarios.
-De 150 hasta 300g al día o más: para aquellas personas que lleven un nivel de estrés muy elevado o practiquen ejercicio de muy alta intensidad.
Diane nos recuerda que el consumo muy bajo de hidratos de carbono no debe prolongarse en el tiempo ya que nos hace perder ciertos nutrientes y además puede ser perjudicial para la digestión debido a que descuida la flora bacteriana.
Practical Paleo está en Amazon.

Puedes observar que las recomendaciones no difieren especialmente entre estos autores. Otros sugieren diferentes tramos, pero la variación no es muy elevada. Cabe señalar que los números de Cordain no se refieren a una recomendación como tal, sino a los estudios que evaluó para ver el consumo de este nutriente en diversas sociedades con dietas afines a la que nos ocupa. Al final, lo que importa, es que nos sepamos ubicar en aquella zona que nos corresponde, sin olvidarse de que los números son una referencia y lo que importa es el equilibrio.


Concluimos, nuevamente, que la dieta paleolítica no es alta o baja en hidratos de carbono, sino personalizable para cada individuo.



Imagen: zazzle.co.uk

lunes, 25 de noviembre de 2013

La dieta paleolítica, ¿es baja en hidratos de carbono?


El debate de los hidratos de carbono y la dieta paleolítica gana cada día más interés. Las posiciones al respecto pueden ser:
-Cero hidratos de carbono por no ser un nutriente esencial.
-Pocos hidratos de carbono suministrados sólamente por verduras y alguna fruta.
-Nivel medio de hidratos a base de tubérculos o almidones considerados seguros.
-Pocos carbos, con ocasionales incrementos (fines de semana, recargas de carbohidratos para deportistas).
-Consumo de frutas y almidones a discreción y/o postres en versión paleo.
-Variaciones o combinaciones de las opciones anteriores.

Como ves, todo suena bastante complicado. Según la opinión, experiencia o investigaciones de cada uno, puedes situarte a un lado u otro del espectro o bien recorrerlo a voluntad.

Por supuesto, la pregunta de si la paleodieta es alta o baja en hidratos de carbono no se puede cerrar con un simple "sí" o "no". Habría que matizarlo. Personalmente, sí que diría que es baja en carbohidratos si la comparamos con otras dietas estándar, pero me parece más correcto decir que esas otras dietas son altas en carbohidratos. ¿Desde cuando hemos tenido acceso a bebidas azucaradas? ¿Cuánta cantidad de azúcar, pan, pasta o arroz se comía hace tan sólo 4 generaciones? No sé tú, pero estoy cansado de oír que los campesinos de mi pueblo comían poco más que cerdo (con su grasa) y verduras, dejando las famosas empanadas gallegas para algo más ocasional.

Si observamos la lista superior, vemos que podemos "elegir" nuestro umbral de carbohidratos. Aunque este macronutriente no es esencial (al contrario que la grasa o la proteína, podemos vivir sin consumirlo), sí que nos puede aportar una serie de ventajas. Siempre digo que la dieta paleolítica es personalizable, que lo que importa es la historia de cada persona y sus necesidades y objetivos. Este es otro ejemplo en el que aplicarlo. Podemos destacar ciertas alternativas:
-Versión muy baja, para pérdida de peso, con un consumo de menos de 50g al día. Nos permitiría deshacernos rápidamente de grasa corporal no deseada. Paradógicamente, es necesario incrementar el consumo de grasa en la dieta para que esto funcione. Estaríamos ante una dieta cetogénica que podemos usar como recurso durante unos meses. El cuerpo está preparado para funcionar de esta manera y el hecho de que en el mundo actual nunca se haga, es motivo de un sinfín de enfermedades y desequilibrios. Debería ocurrir al menos de forma puntual. Para esta versión es importante consumir muy pocas frutas y elegir aquellas que tengan menos cantidad de azúcar. Esta opción puede ser válida también para regular el nivel de azúcar en sangre, para deshacernos de los antojos de dulces o para mejorar nuestra tolerancia a la insulina.
-Versión media, estándar, para mantenimiento de peso y lograr un estado de salud óptimo. Estamos hablando de un margen de unos 50g-150g de hidratos de carbono al día. Es algo casi automático si hacemos paleodieta, ya que es la cantidad que nos van a suministrar las frutas y verduras que consumamos sin preocuparnos de cuántas son o cuál es su cantidad de azúcar. Esto nos asegura, además, que tendremos una buena dosis de las vitaminas provenientes de fuentes vegetales (en la versión anterior también lo podemos lograr, fijándonos bien en qué consumimos).
-Versión alta en carbohidratos. Sería cuando el consumo es superior a 150g al día. En principio no es recomendable excepto si tenemos un desgaste físico muy elevado. De lo contrario nos va a llevar a una ganancia de peso automática ya que contar calorías funciona con la mente y con las matemáticas, pero el cuerpo y el instinto acaban superando a la fuerza de voluntad y es más importante mantener bajo el consumo de hidratos que el número de calorías si queremos perder peso. Un deportista, sin embargo, que vacíe sus depósitos de glucógeno muscular (la glucosa almacenada en los músculos) cada día, necesitará volver a llenarlos para poder rendir nuevamente al día siguiente. Esto ocurre porque el ejercicio intenso usa como principal fuente de energía el glucógeno muscular, pero únicamente aquel depositado en el músculo que se está utilizando. Es verdad que en el paleolítico no había que hacer estas cargas para rellenar los depósitos, pero conocer esto es una ventaja del mundo moderno. En el paleolítico no existía el deporte como algo en lo que lograr un alto rendimiento, sino como algo lúdico o social y no era normal tener varios días consecutivos de alta demanda de glucógeno muscular. Así, poco a poco, el glucógeno se reponía mediante otras vías o también mediante esta carga pero igualmente de manera progresiva, sin darse cuenta. Para consumir bastantes carbohidratos podemos incluir fuentes ricas como los plátanos, boniatos, chirivías o calabazas.

El desglose anterior correspondería, a grandes rasgos, a lo que deberíamos consumir de hidratos de carbono según nuestras necesidades. Habría que matizarlo mucho más y explicar algunos mecanismos, pero sería suficiente como aproximación válida. También hay que tener en cuenta que son consideraciones generales y no es lo mismo si pesas 50kg que 120kg. Si tienes alguna duda, déjala en los comentarios.

En el tema de los carbohidratos me gustaría comentar dos cosas más: el consumo de dulces paleolíticos y el valor de la fructosa.

Muchas personas aprovechan la paleodieta para consumir dulces o postres "permitidos" sin freno. Esto va en contra de los principios de la dieta. Está bien que comas de vez en cuando unos bombones de chocolate paleolíticos, pero no debe dejar de ser ocasional, ya que aunque los ingredientes sean naturales, tu cuerpo no está preparado para que lo bombardees con ello. 

La fructosa parece la hermanita buena del mundo de los carbohidratos, pero deberíamos tener cuidado con ella. Este azúcar se metaboliza en el hígado y cuando ya no puede almacenar más, la transforma en grasa directamente, promoviendo un hígado graso. Sí, incluso con la paleodieta esto puede ocurrir. No estamos preparados para cantidades muy elevadas de fructosa, así que hay que tener cuidado con la fruta. Puedes comer varias piezas al día sin problema, pero mejor si las puedes contar con los dedos de una mano.

Para cerrar la entrada podríamos concluir que cualquier dieta que elimina la pasta, productos refinados, harinas... es automáticamente baja en hidratos de carbono. Aunque tiene más lógica pensar, como ya he dicho, que son estas otras dietas las que son altas en hidratos de carbono (en contra de la opinión médica general) y por otro lado un deportista paleo puede consumir una cantidad de este macronutriente que se aproxime a las recomendaciones estándar.

En la siguiente entrada hablaré de la opinión de diversos autores acerca de este tema.


Imagen: nutricion.pro

martes, 12 de noviembre de 2013

Higiene personal paleolítica para hombres (y mujeres) modernos


Como sabemos, el estilo de vida paleo nos permite ahorrar en nuestro cuidado diario, principalmente por dos razones: menor necesidad de productos de higiene y posibilidad de usar sustitutos naturales que son más económicos. Esto, al final, permite que estemos todavía más sanos, y esta es la parte importante.

En esta entrada vamos a ver cómo esto sí es posible. Hablaré de lo que suelo hacer habitualmente y espero que te resulte útil. Para las chicas algunas cosas les servirán, otras las desconozco.

Pelo: Utilizo el método "no poo". Puedes encontrar muchísima información en internet, con experiencias de distintas personas. Consiste en lavar la cabeza con una mezcla de agua con bicarbonato como si fuese champú, y luego una mezcla de agua con vinagre de sidra de manzana como si fuese acondicionador. Se vuelve a aclarar y no deja ningún olor. En mi caso utilizo sendas botellas de medio litro de agua y en cada una añado una cucharada sopera del otro ingrediente. Generalmente hay un periodo de adaptación de una semana o hasta un par de meses, durante el cual puede que notes el pelo más graso o más seco. El cuero cabelludo está un poco "perdido" al principio y reacciona de forma extrema. Según mi experiencia no ha habido ningún problema. Este truco vale también para melenas largas y además cada vez es menor la frecuencia de lavado necesaria, pudiendo quedarse hasta una semana. Si por algún motivo necesito hacer una limpieza profunda, uso simplemente lo mismo que para el cuerpo.

Dientes: ¿Sabías que lo mejor que puedes usar para limpiar tus dientes es la saliva? Por algo la llevamos incorporada de serie. Así que generalmente lavo los dientes así, en seco. ¡No se te ocurra hacerlo si haces una dieta estándar! Si comes alimentos que dañan tu cuerpo y tu boca, es contraproducente eliminar los productos de higiene bucal. Sin embargo, una dieta rica en verduras y carente de alimentos procesados hace que sea suficiente con la propia saliva. Ni generaremos un olor fuerte ni tampoco promoveremos crecimiento bacteriano. La naturaleza es sabia y te recuerdo que en paleolítico las caries no eran frecuentes. En otras ocasiones utilizo un limpiador de sal y menta casero, y otras veces simplemente bicarbonato sódico. En contra de la creencia popular, el bicarbonato no es malo para los dientes si se usa con mesura. Los dentífricos blanqueadores contienen bicarbonato y este es, sin embargo, uno de sus componentes más inocuos. ¿Has leído alguna vez la lista de ingredientes de un tubo de pasta de dientes? Deberías, a ver cuántos de ellos conoces. De todas formas, sí que suelo tener a mano alguna pasta comercial (las más sencilla posible) porque me da seguridad en ciertos entornos sociales.

Labios: No es necesario ningún cuidado en particular, al menos para mí. Si los noto especialmente secos o agrietados, uso un poco de aceite de coco, que vale para todo. Supongo que un buen aceite de oliva también hace maravillas. La hiper hidratación a la que solemos someter los labios (sobre todo en invierno) provoca un efecto contrario. Al administrar una capa protectora, como puede ser la vaselina, los labios dejan de auto protegerse y no se preocupan por su propia hidratación porque su necesidad está cubierta. Conozco a una persona que usa vaselina para los labios continuamente y, cuando no la tiene a mano, padece las consecuencias. Incluso en días templados y de humedad normal, sus labios se quedan resecos y le duelen.

Barba: Además de que estéticamente me gusta llevarla de varios días, también me gusta por otras razones. Al no estár maltratando la piel con una cuchilla, esta sufre un estrés menor, no necesita curarse cada día o cada dos y se evitan las heridas, que son un coladero para que todos esos productos químicos de higiene pasen a nuestro interior y causen quién sabe qué daños, pululando por nuestro cuerpo a sus anchas. ¡Qué miedo! Así que me limito a rebajar la barba con un cortapelo, excepto si la ocasión requiere un afeitado completo. Lo que sí afeito siempre totalmente es la parte del cuello. Tanto para el cuello como para el afeitado completo no uso más que una cosa además de la cuchilla: aceite de coco. Nuevamente, el salvador para todo. Es tan sencillo como extender una capa por la zona a tratar y ya se puede pasar la cuchilla. Aunque esté sólido se licuará al contacto con la piel, pero recomiendo utilizar agua caliente para mejorar el resultado y ablandar mejor el pelo, así como abrir los poros. Otra ventaja de este método es que no necesitas reparar la piel tras el afeitado, puesto que el propio aceite lubrica el área. Una vez que acabes puedes poner un poco más, aunque yo no suelo hacerlo puesto que los restos que deja la aplicación inicial (recuerda que es un aceite y no se puede aclarar totalmente con agua) son suficientes. Cuidado con la cuchilla, porque la mezcla de pelo y aceite va a formar una pasta, así que prepárate para aclararla bien y darle unos cuantos golpes.

Axilas: Si sigues una dieta paleolítica estarás haciendo una dieta limpia. Igual que ocurre con el caso de la boca, el olor corporal será mucho menor o incluso inexistente y, en cualquier caso, no será desagradable. Al no consumir basura tampoco tendremos que excretar desechos de forma brusca. Aún así, suelo utilizar un truco muy sencillo con un ingrediente ya nombrado: bicarbonato sódico. Simplemente espolvorea un poco ¡y ya está! Para hacer las cosas más fáciles suelo guardar un poco de bicarbonato en un viejo bote de especias con agujeros muy pequeños, de forma que lo echo como un polvo sobre la mano y de ahí a la axila. Es totalmente eficaz. Hay quien mezcla los dos ingredientes "dios" para este menester y por tanto usa una mezcla de aceite de coco y bicarbonato. Según dicen, no mancha ropa ni cuerpo, ni provoca ninguna sensación desagradable. Mi segunda opción es un desodorante en pastilla que venden en Lush (hay tiendas en España y en Reino Unido). Es caro pero bastante natural y cunde muchísimo. Este es el que uso si tengo alguna fiesta, cena o similar.

Cuerpo: Para la ducha utilizo un gel normal, sí, lo reconozco. Intento utilizar pequeñas cantidades e incluso lo disuelvo a partes iguales con agua, ya que me da la impresión de que los geles son tan espesos que son imposibles de quitar del todo de la piel. Y no me parece normal lavarme para quedarme con el pegote. Aunque me ducho todos los días, si alguno no salgo de casa simplemente uso un guante tipo crin, sin jabón ni nada, que así exfolia de forma natural y tampoco es necesario lavarse tanto como lo hacemos. Si puedes hacer tu propio jabón o conoces alguna marca sin químicos, esta sería sin duda la mejor opción. Yo aún estoy investigando. Y para cualquier herida que tenga por el cuerpo, otra vez vuelvo al aceite de coco, que es antimicrobiano e hidratante y sus efectos en la piel son increíbles como reparador.

Extra: Para la ropa, simplemente una buena cucharada de bicarbonato puede ser suficiente. Además de blanquear, elimina los olores. Si la colada está lista para ir a la lavadora pero no hay manchas fuertes, no es necesario usar nada más. Y como no soy fan de los olores artificiales (que no son más que otra forma de contaminación) prescindo totalmente del suavizante.

¿Tienes más trucos? ¿Has probado alguno de estos? ¡Compártelo!

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Esas cosas que repito siempre (II)



Si no has leído la primera parte, te recomiendo hacerlo aquí. A continuación seguiremos con otros conceptos que suelen aparecer en el blog y me parecen importantes.


6. Hormonas

Te guste o no, son las que mandan en tu cuerpo. Son responsables de innumerables procesos y señales y provocan multitud de respuestas. Para que te hagas una idea, simplifiquemos algunos pares de hormonas que suelen relacionarse entre sí:
· Adrenalina / cortisol: nos ponen a tono, nos despiertan, permiten activar el modo "lucha o huida".
· Insulina / glucagón: deciden si hemos de generar, quemar o almacenar azúcar y regulan la cantidad de éste en sangre.
· Grelina / leptina: señalan el estado de hambre en el que nos encontramos y por ello son grandes responsables en el fracaso de las dietas de restricción calórica que al final nos llevan a comer de más. Es el famoso efecto yoyó, que en realidad es más como un muelle.

Esta simplificación es realmente burda, pero la idea es que las hormonas influyen en nuestros niveles de energía, estado de ánimo, capacidad para ganar o perder peso, estabilidad emocional, alternancia sueño/vigilia y muchísimas otras cosas. Y también ocurre al revés, de forma que estos factores o actitudes influyen en nuestras hormonas. No deja de sorprenderme, por tanto, que la comunidad médica apenas les dé importancia. Nadie nos enseña nada acerca de las hormonas, simplemente tomamos pastillas y punto. Personalmente me parece ridículo. Incluso los profesionales de la nutrición y hormonas, que son los endocrinos, parecen no prestarles atención. Así es que recomiendan dietas bajas en calorías y grasa, que son precisamente las que llevan a muchos desequilibrios hormonales y propician los efectos rebote.

El mensaje final es nuevamente el de escuchar a tu cuerpo, pero si no está viciado, claro. La regulación hormonal es un tema complejo pero necesario. Piensa en las hormonas como los pilotos indicadores del coche, que te dicen si tienes gasolina, si el motor está demasiado caliente o si te has quedado sin agua en el depósito del limpiaparabrisas.


7. Cada persona es diferente

Esta idea no debería ser necesario nombrarla pero a su vez me parece ofensivo omitirla, por eso la repito constantemente. A veces, decir que "A" lleva a "B" puede sonar como un dogma, y es cierto que cada uno tiene unas predisposiciones, gustos, respuestas e historias personales distintas. Así como algunos sufren de alergias o intolerancias, otros pueden observar que una dieta baja en carbohidratos les sienta mal o que duermen mejor en una condición determinada. Es por ello que volvemos nuevamente al punto de escuchar al cuerpo. Queda claro que esto es muy importante, ¿no?


8. No te creas nada

Al igual que cada persona es diferente, cada estudio arroja unos resultados. Si bien la dieta paleolítica está basada en la ciencia y respaldada por muchos estudios, también existen profesionales que discrepan. Y la ciencia en sí misma puede cambiar. A veces se descubren cosas nuevas que tiran por tierra lo anterior y en ocasiones se acepta este cambio, pero no siempre. Los consejos de nutrición tienden a ser extremadamente conservadores y esta es una de las razones por las cuales se sigue recomendado no consumir grasas saturadas, aún sabiendo que son buenas e incluso necesarias.

Tienes herramientas a tu disposición para evaluar si algo es cierto o no. Puedes consultar libros e información en internet. Puedes leer foros y ver grupos en los que distintas personas hablan de sus experiencias. Puedes escuchar a tu cuerpo (sí, otra vez) y ver cómo responde. Evalúate, prueba cosas nuevas y mira qué ocurre. Yo lo hago con frecuencia, ¡quizás demasiada!


9. Cúrate con los alimentos o, mejor, intenta prevenir a través de ellos

Citando a Hipócrates, padre de la medicina, "Que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina". En realidad, es más sencillo. Los alimentos deberían ser una parte natural de nuestra vida, y no una perversión. Come comida de verdad, sin aditivos, sin procesos innecesarios. Comer de forma sencilla y natural te nutrirá. Comer de forma artificial te debilitará y envejecerá.


10. Come comida de verdad

Lo acabo de decir, pero lo debemos recordar siempre. Estamos acostumbrados a unos productos que no son alimentos, sino el resultado de la industria alimentaria. Consumimos demasiadas cosas que vienen en cajas, que tienen muchos ingredientes (la mayoría desconocidos), nos fiamos de la comida rápida y para lleva. Cambiamos alimentos naturales y sanos por otros que simplemente son más prácticos o sabrosos y carecen del mismo valor nutricional.

La comida de verdad es aquella que surge de la naturaleza sin tener que modificarla. Estos alimentos no necesitan etiquetas, procesos o envasados. Los alimentos de verdad son las carnes, huevos, pescado, verduras, frutas, frutos secos, aceites de calidad... Son aquellos que nos aportan salud, bienestar y equilibrio hormonal, físico y emocional. Los falsos alimentos son adictivos, nos desequilibran y requieren procesado. Entre ellos se incluyen casi todos los productos que salen de una fábrica y otros como los cereales.



Estoy seguro de que se me quedan algunas ideas en el tintero, pero de momento vamos a quedarnos con las citadas. Son muchas, pero importantes. Si quieres añadir alguna más te animo a que dejes un comentario.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Esas cosas que repito siempre (I)



Lo sé, soy muy cansino. Hay unas cuantas ideas que nombro continuamente en las entradas que escribo. No es una cuestión de falta de originalidad, sino de darles la importancia que merecen. A pesar de ser temas recurrentes me parece buena idea hacer una recopilación de algunas de ellas, a modo de lista de consejos que te puedan hacer la vida más fácil. ¿Por qué? Pues porque al tenerlas a mano te pueden solucionar dudas, hacerte más eficiente y simplificar un poco.


1. Escucha a tu cuerpo

Probablemente sea lo que más repito. Es que es muy importante. No debes escucharlo cuando te pide azúcar si eres adicto/a, igual que ocurre con cualquier otra adicción. Especifico esto porque la adicción al azúcar es tan frecuente que no nos damos cuenta de que la padecemos. Comer pan durante las comidas es un reflejo de esta adicción.

También debes escucharlo cuando toque hacer ejercicio. Si sientes un cansancio mayor de lo habitual o no eres capaz de terminar tu sesión, descansa.

Igualmente, desconecta del Facebook y de la televisión por la noche y no te des razones para seguir despierto cuando tu cuerpo quiere descansar.


2. Fíjate en los animales... salvajes. Y en los niños.

Tanto los animales que viven en libertad como los niños tienen algo en común: no están supeditados a las normas que como sociedad hemos creado para nosotros mismos. Es por ello que comen con hambre, beben con sed, juegan con ganas y tienen curiosidad. Como adultos hemos aprendido que hay que comer a ciertas horas, beber 2 litros de agua al día, no debemos jugar y si tenemos curiosidad la hay que satisfacer en la medida que sea productivo hacerlo.

Todos estos y otros mecanismos los tenemos porque la naturaleza nos los ha dado. Si aprendemos a sintonizar nuestro cuerpo fuera de las adicciones, según la idea anterior de escucharnos, conseguiremos estar en armonía con nosotros mismos, el entorno y los recursos. De buenas a primeras serás incapaz de dejar de comer cada 3 horas o de entender el mecanismo de la sed, pero si te das tiempo, valdrá la pena.


3. Atiende a la opción más restrictiva

Aunque suena duro, tiene su lógica. Cuando se nos presenta una duda de qué elegir o qué determinación tomar, optar por lo más restrictivo suele ser lo mejor. Es el caso de la habitual pregunta: "¿Es [poner alimento aquí] paleolítico?". Si no sabemos la respuesta, es mejor respondernos que no. Esto lo aprendí en mis tiempos de atención al cliente: cuando no estaba claro si a un cliente se le iba a cobrar algo o no, siempre le decía que sí y evitaba problemas posteriores.


4. Cuidado con las adicciones

Ya lo comentaba más arriba, con lo de los animales y los niños, y lo de escuchar al cuerpo. Creemos que las únicas adicciones son el tabaco, el juego, las drogas y el alcohol. No es así. Todos tenemos varias adicciones, aunque no nos demos cuenta. Puede que algunas sean sanas, aunque por definición no es el caso.

Comentaba antes la adicción al azúcar, pero también puede que seamos adictos a la sal. No es que la sal sea perjudicial, pero la adicción sí lo es. Podemos ser adictos a internet (me incluyo), al café, a las juergas de fin de semana (¿qué hay de aquellas personas que salen de fiesta como una rutina más?), a una serie o programa de televisión, a bebidas o alimentos concretos y a muchas otras cosas.

Hay que separar la adicción del disfrute. Tener una predilección por una actividad o alimento es positivo si eso te hace disfrutar, pero aprende a identificar qué te ata y libérate porque al final vale la pena.


5. Estrés y ejercicio

Suelen ir de la mano. El ejercicio es bueno porque estresa al cuerpo, hace que vaya un paso más lejos. Los beneficios de la actividad física se basan en ello. Pero lo más importante es el descanso. Si entrenas pero no descansas, es peor. El cuerpo necesita recuperarse. Es igual que cuando estudias una lección y necesitas asimilarla. Si estudias pero no das tiempo a integrar esos conocimientos, no aprendes. A tu cuerpo le pasa igual. Es como si después del esfuerzo dijese "ha estado bien, ahora déjame que me quede con la idea y la próxima vez estaré a la altura". Y así podemos ir exigiendo un poco más, pero siempre progresivamente y dando tiempo.

Otros tipos de estrés pueden ser psicológicos o emocionales además de físicos. Incluso cosas que disfrutamos, como las aficiones, la familia o amigos, pueden estresarnos. Si tenemos responsabilidades derivadas de ello o si tenemos que hacer huecos forzados en nuestra agenda, puede acabar siendo frustrante. Si tienes hijos es normal que les debas dar una atención determinada y lo mismo si tu trabajo te demanda demasiado tiempo o atención. Al final, lo que importa, es saber desconectar en la medida de lo posible y poder entrar en un estado de tranquilidad periódico.

Ni el ejercicio ni el estrés crónico son deseables aunque en su justa medida son recomendables. La vida es cuestión de equilibrio y esto no se trata de hallarse siempre en el punto medio, sino de oscilar ligeramente en torno a él, con pequeños momentos de irse a los extremos.


En breve seguiremos con la segunda parte de estas ideas frecuentes. Mientras tanto, espero que las anteriores te hayan resultado útiles.