miércoles, 25 de septiembre de 2013

Regla 8. Obtén luz solar.



Poco a poco hemos llegado a la octava de las 10 reglas, así que no quedan ya más que 2 por conocer. Hasta ahora hemos visto algunas como la importancia de levantar cosas pesadas o de un sueño adecuado. Nos vamos a detener ahora en la importancia de la luz solar.

La exposición solar es una gran olvidada en nuestra vida moderna. Nos encerramos en espacios para comer, trabajar, relacionarnos e incluso simplemente estar. En un contexto ancestral esto está totalmente desintonizado con lo que somos y necesitamos.

Hemos llegado a oír que debemos usar protección solar incluso en invierno, porque los rayos solares son menos perceptibles y no somos conscientes del daño que nos provocan. Este sinsentido es un claro ejemplo de que somos un engranaje del capitalismo que quiere que consumamos sin mesura.

Analicemos la exposición solar, ahora, desde un punto de vista tradicional y natural:
· ¿Cuántas historias antiguas de cáncer de piel has oído acerca de campesinos? No, no quiero trivializar en cáncer, que es una cosa muy seria. Y también es cierto que esta enfermedad no se conoce desde siempre y es difícil saber su alcance, pero así como sabemos desde hace siglos de la gota o la peste, no he visto en ningún libro de historia síntomas similares a los de esta afección. Es más, en poblaciones tradicionalmente agrarias, como el lugar de donde procedo, la mayoría de la gente estaba al sol prácticamente todo el día. Aunque estuviesen tapados en gran parte, las áreas expuestas eran siempre las mismas. Lo que ocurre en estos casos es que la exposición solar era estacional pero progresiva y no premeditada. De esta forma, al llegar la primavera, cada vez era mayor la radiación recibida, y el cuerpo se adaptaba de manera natural. Lo que no es natural es que estemos encerrados entre cuatro paredes todo el año y en julio nos pasemos días enteros en la playa. Recordemos que el cuerpo tiende a una estabilidad y puede moverse bien en unos límites que pueden ir variando poco a poco, pero no repentinamente.
· ¿Cuántos animales has visto con quemaduras solares? Puede que un animal doméstico tenga problemas con el sol, pero precisamente por ser doméstico esto no se puede valorar. Fíjate en los que están en su entorno natural y recuerda la típica estampa de un león tirado sin hacer nada. Y lo mismo ocurre con muchos otros animales. Si tienen calor buscan sombra pero en general les gusta estar al sol. No digo que seamos exactamente iguales que otros mamíferos, aunque sí deberíamos pensar en cómo se comportan de forma natural, sin estar regidos por nuestras normas sociales o culturales y ver cómo actuaríamos nosotros sin ellas.
· ¿No deberíamos tener un sistema interno de protección solar? Volviendo a lo de las cremas, no es lógico que la naturaleza no nos haya dotado de un método para protegernos del sol. Sí, hoy en día tenemos esos cosméticos que nos ayudan en esta tarea, pero se inventaron "ayer". ¿Cómo han sobrevivido tantas generaciones hasta superpoblar el planeta? Que nadie me malinterprete, esto no es una presentación apocalíptica, sino un recordatorio de que la luz solar es natural, la necesitamos y no es dañina dentro de una lógica.

Las cremas solares bloquean también aquellos rayos solares que nos benefician. El abuso de estos productos hacen que los niveles de vitamina D en nuestro cuerpo no sean adecuados. Y esto es de lo más preocupante. Una de las principales razones para recibir luz solar es la de que podamos sintetizar esta vitamina, ya que no se obtiene tan fácilmente a través de la dieta. Esta vitamina tiene un papel importante en la absorción de calcio. Y aquí llega otro absurdo: nos recomiendan tomar leche para tener calcio, pero que sea desnatada y tomemos poca grasa. La leche desnatada pierde sus vitaminas liposolubles (las que tienen adherencia a la grasa) y se le añaden posteriormente de forma artificial. Entre estas vitaminas está la D. Como la leche no tiene grasa y no recibimos exposición solar, no disponemos de suficiente vitamina D y por tanto el calcio ingerido es inútil. Y si aún no te preocupan tus huesos (aunque deberían), preocúpate por tus uñas, que estarán frágiles si tu vitamina D no es suficiente. Tu piel se ve comprometida también en brillo, calidad e imperfecciones. Una exposición correcta no provoca manchas, sino más homogeneidad, puesto que es lo natural. ¿Se ve la importancia de seguir las reglas de la naturaleza en lugar de las que hemos creado?

La exposición solar es además una manera excelente de mejorar el ánimo, de relacionarnos con los demás y de sentirnos mejor con nosotros mismos. Y no hace falta más que pensar en esa sensación de "comerse el mundo" al levantar la persiana y ver que fuera hace un día excelente.

Lo más preocupante de una pobre exposición solar es que los daños son a largo plazo. Si nos falta algún nutriente en la dieta o hay un alimento que nos sienta mal, muchas señales son a corto o medio plazo pero una deficiencia moderada en la vitamina D puede notarse una vez que han pasado muchos años (por ejemplo por unos huesos frágiles), cuando ya no es tan fácil repararla ni tampoco es lo ideal.

No tengas miedo a recibir luz. Combinándola con una dieta rica en antioxidantes, como es la paleolítica, los efectos son positivos. Tendremos mejor humor, mejor piel, mejores huesos y estaremos más conectados al planeta, ¡que mira que nos cuesta! Con unos pocos minutos de sol al día es suficiente, sobre todo en verano. Las personas con la piel más oscura deberán estar más tiempo porque su tolerancia y su necesidad es mayor.

Por último, un pensamiento. Mira a las señoras de 90 años que han trabajado el campo toda su vida (en Galicia tenemos muchas) y fíjate en su piel. Si el sol fuese tan malo como dicen tendrían cicatrices, marcas de pigmentación, lunares enormes y deformidades en la piel. Las que yo conozco tienen más arrugas que mis camisas, pero poco más. Y esto sí que me hace pensar. Ahora sal ahí afuera, camina un poco y aprovecha para jugar.

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