martes, 10 de septiembre de 2013

Entender las etiquetas en la alimentación: propaganda y composición



¿Lees las etiquetas cuando vas a la compra? Deberías hacerlo, aunque la información que contienen es de lo más complicado. Si necesitas un poco de ayuda, sigue leyendo.

En una etiqueta de producto hay varios tipos de información así que veamos con qué nos podemos encontrar.


Cubierta

Lo que vemos directamente de un alimento es su portada, a modo de cartel de venta. Es lo que nos resume su contenido, nos da un título. Puede ser del tipo "ensalada mixta" o simplemente llevar el nombre comercial si se trata de un producto elaborado. Además nos encontramos con otro tipo de informaciones. Es aquí donde debemos empezar a desconfiar. Afirmaciones como "natural", "sano" o "ayuda a reducir el colesterol" pueden (y generalmente así es) significar respectivamente "en algún momento estuvo en la naturaleza", "la sabiduría convencional lo considera sano porque contiene algún nutriente que es bueno para ti" o "incluye algún componente que en algún estudio demostró que reducía el colesterol o bien no incluye colesterol en sí mismo". Si analizamos más en profundidad tenemos que "natural" puede incluir el colorante rojo que se extrae de los fluidos de la cochinilla en un laboratorio. También "sano" puede referirse a cereales integrales cargados de azúcar y otros aditivos porque se compara con los refinados, considerados menos sanos. Y si vemos que dice que "ayuda a reducir el colesterol" puede referirse a que no afecta en absoluto a sus niveles o bien que se lo han eliminado. Siguiendo con este ejemplo podemos anunciar claras de huevo bajas en colesterol, ya que se encuentra únicamente en la yema. Me llama la atención una marca de margarina que asegura que regula el colesterol. No estoy poniéndolo en duda pero personalmente no comería margarina para regular el colesterol. Esta marca añade esteroles vegetales, aceite de maíz y soja (entre otros), sorbato potásico, vitaminas sintéticas y más. Pero ayuda a regular el colesterol.

Esto significa que no debemos fiarnos de lo primero que leemos. Cuando una información nos parece negativa es mejor no coger ese producto, pero si nos parece positiva debemos hacernos preguntas. Ante la duda, descartar. Y es mejor no fiarse de esta palabrería que casi siempre busca la forma de evitar la ley para poder decir lo que el fabricante desee. En la foto de la entrada se indica que ese postre de soja es saludable. Permíteme que lo dude.

También me sorprenden algunas marcas que anuncian que su producto contiene 2 de las 5 raciones diarias de fruta y verdura. Señores, las raciones de fruta y verdura se deben comer de la fruta y verdura, no de un zumo exprimido, concentrado, con azúcares añadidos, conservantes y colorantes. ¿Queda claro? Fruta y verdura, como la naturaleza nos la da.


Ingredientes

Casi nadie mira los ingredientes de lo que compra y esto es sorprendente. Incluso quien los lee no saca beneficio de hacerlo o ni los entiende.

Lo primero que debemos saber es que los ingredientes se listan por cantidad. Es decir, que el ingrediente que prime en la composición será el primero y, posteriormente, los demás por orden decreciente. Por ejemplo, en una confitura de melocotón encontramos, entre otros: melocotón, azúcar y ácido cítrico. Esto supone que la mayor parte es melocotón, pero que también lleva azúcar y lo que menos contiene es ácido cítrico. A veces ocurre que el azúcar es el primer ingrediente. ¡Esto es una auténtica locura!

En ocasiones creemos saber la composición de algo y no nos paramos a leer. Hay productos que compramos con frecuencia y no nos damos cuenta si cambian su composición, así que es recomendable consultar los ingredientes igualmente. De la misma manera, algunos productos pueden parecer muy simples pero no lo son. Un día, con prisa, podemos llevar un pollo asado para calentar al llegar a casa, asumiendo que es pollo y nada más. Al fijarnos podríamos descubrir que incluye aceites vegetales de lo menos recomendables, todo tipo de conservantes, potenciadores de sabor, E-xxx, azúcar (¡sí, azúcar en el pollo!) y quién sabe qué más.


Quizás creas que algunos ejemplos puestos aquí son exageraciones. Te aseguro que no. Te sorprendería saber todo lo que puedes encontrarte si lees las etiquetas. Y te animo a que cojas productos aleatorios y te fijes en la cantidad de ingredientes que contienen, en cuantos de ellos no conoces y cuantos se suponen que ni siquiera son necesarios.

Queda mucho por contar de las etiquetas. Será en breve.



Imagen: es.openfoodfacts.org

No hay comentarios:

Publicar un comentario